24 junio, 2006

mini-relato


Él estaba situado frente a ella, justo en el medio de la cocina, bajo la luz del fluorescente.

Hasta aquel momento ella siempre había odiado ese tipo de iluminación artificial, que consideraba teñía todo de un color azulón casi extraterrestre; pero esta vez lejos de resultarle desagradable, la agradeció, porque bajo esa luz a él le era imposible fingir y a ella demasiado fácil hacer una radiografía de lo que había bajo esa impenetrable estructura ósea de hormigón.

Tras esa mirada que ella le lanzó a él, bajo el fluorescente de su cocina, cayó al suelo un mapa... el mapa topográfico de Miguel.

21 junio, 2006

He reunido todos tus "quizás"
y me he tejido un jersey de "síes",
para quitarme el frío por las noches,
para presumir en los paseos
por las calles más céntricas,
más festivas.
Para calmar la fiebre
y anestesiar el dolor de mariposas gástricas;
ese dolor que me está matando.

He reunido todos tus "quizás"
y con ellos he tejido "síes",
para que resuciten mis dedos.
Para que no llegue a helarme
ese "NO" que se avecina.

20 junio, 2006

Odiando al calendario

No me gustan los martes
porque vienen después de los lunes,
porque el martes llueve,
porque no se lleva bien con el trece.

No me gustan los martes
porque sólo tienen de positivo
las barras libres (de los bares)
que no aprovecho.

Dato que hace que odie más
que hoy sea martes.

Porque por ser martes
siento tu ausencia
tan fuerte,
que deseo que ya sea miércoles,

pero del año que viene...

19 junio, 2006

Tres son multitud



El frío de la nieve llegó a mi, acompañado de una botella de vino casero y gambas precocinadas, sosteniendo un verbo en desuso llamado"amor" y dirigido a otra...

Mientras tú me contabas lo feliz que eras a su lado yo intentaba disimular que las cuatro paredes de un salón demasiado grande me aprisionaban, y a la vez que sostenía una sonrisa fingida en los labios intentaba que no te dieses cuenta que mi alma se escurría por la silla, hasta llegar al suelo, incluso más allá de éste, a modo de reloj pintado por Dalí.

No había dormido esa noche, ni mil noches más y ni el maquillaje pudo tapar mis ojeras, ni mucho menos mi desilusión, cuando mi comida para dos tuvo que ampliar el menú para una tercera comensal que no había sido invitada pero que inesperadamente se presento, manifestándose omnipotente en tu piel, en tus ojos, en tus manos, en tu voz... todo tú manchado de ella, lleno de ella, vacío de mi...

De este modo, consiguió relegarme a la nada y me robó esa mirada, que hasta hoy había sido mi sustento.