
Contigo llegó el insomnio
y el amargo del limón.
El reloj me decía incansable:
TIC/TAC
y yo no me atrevía a replicarle.
Sabía que desde su mesilla de noche
tenía razón,
que había visto demasiados amantes
pasar por mi lecho;
demasiadas ilusiones
que se forjan:
NOCHE
demasiadas ilusiones
que se desvanecen:
DÍA.
Y en esta ocasión
él también había apostado por ti.
Por eso ahora,
llora sus horas
y yo
lloro mi almohada
y quizá
también
tu ausencia...