06 diciembre, 2007

FIN


Has matado mi imaginación
y la has servido en plato hondo sobre plato llano,
como en las buenas mesas a la hora de la cena.

La has pinchado con un tenedor de carne,
el de plata vieja;
luego,
has cogido el cuchillo de sierra,
y sin piedad
has introducido sus dientes hasta tocar con el plato
(produciendo ese horrible sonido que te eriza la piel)
quedando como resultado del certero corte
una pequeña porción
que sin ningún tipo de miramiento
has introducido en tu boca
y tras mastricarlo,
has hecho esfuerzos por tragar
el último intento de creatividad junto a tu orgullo.